LAS CHAPALELAS, DUO PERFORMATICO

“Existir aquí siendo no normada ya es rupturista”

Se conocieron el año 2018 a través de internet. La relación entre ellas se dio de manera orgánica a partir de una Coca-Cola que invitó Begoña a Valentina. Han seguido juntas desde entonces, unidas en torno al arte, haciendo llamativas intervenciones y manteniendo al tope las banderas de las disidencias. Valentina Guerrero Rojas (31) nació en el barrio Puerto, mientras que Begoña Remedios Basualto (25), conocida también como “LeBasualte”, proviene del sector Lintz.

El solo nombre del dúo performático despierta la curiosidad.

Surge como una oda al “chapalele”, esa masa hecha de papas y que es típica del curanto chilote. Le cambiaron el género al sustantivo “chapalela” para aludir al chilenismo “lela”, que alude a una lesbiana, y al mismo tiempo a abuela. De esta forma, el concepto revela una propuesta que mezcla el punk, kitsch y lo travesti, refleja su identidad y su visión del arte como resistencia y expresión individual.

¿Cuándo decidieron abordar esta temática con una estética poco usual para nuestra zona?

VG. “El origen es muy genuino, de las dos. Nosotras, antes de ser “chapalelas”, éramos y somos amigas. Y ambas hacíamos performance y artes visuales de manera individual. Y siempre nuestras estéticas fueron muy similares. Trabajamos en conjunto de una manera muy orgánica en términos estéticos. Entonces decidimos agruparnos y trabajar en conjunto para dar vida al dúo. Pero yo creo que desde muy pequeñas cada una tenía esta estética muy pop, pero también muy influenciada por el sur de Chile”.

Sus intervenciones artísticas combinan la cultura y elementos del sur austral del país y desafían normas establecidas, siempre con una estampa de señora sureña, donde recogen elementos del paisaje humano para darle cierta pertenencia. Ambas fueron criadas principalmente por sus abuelas maternas; situaciones que han marcado una gran influencia en su trabajo. ¿En su trabajo interpretativo hay un componente personal y autobiográfico?

VG. “Es como un pastiche el haber sido criadas por las abuelas en una ciudad al sur del mundo y al mismo tiempo permeadas por cultura pop, televisión, internet, referencias de cantantes pop y literatura.

BB “Nuestro imaginario de alguna u otra forma se terminó enlazando como el punk también. Entonces fue muy enriquecedor”.

Como si sus vidas hubieran estado de alguna forma predestinadas, Begoña agrega: “De hecho tenemos como otras anécdotas por ahí, como el abuelo de Bebi, que con el hermano de mi abuelo tenían una banda de rock. Pero eso lo supimos después”. Con sus originales performances han abordado temas como la suralidad, desde donde nacen otros tópicos como la memoria, el hogar, la infancia y la identidad individual y local. Allí convergen planos como la fantasía y lo queer, a través del juego, la comida, el travestismo y los colores. ¿No había otras instancias previas antes de que naciera el dúo?

BB. “No, porque hay una distancia en nuestra edad, no abismal, pero significativa. Cuando conocí a Bebi (Valentina), yo estaba saliendo de cuarto medio y Bebi estaba saliendo de la universidad. O sea, estábamos en distintos planos; yo estaba más chiquita. Fue algo así como una hermana mayor para mí”. Valentina Guerrero Rojas es artista visual, con una licenciatura en Estética de la Pontificia Universidad Católica y un magíster en Arte y Educación de la Universidad Central. Su práctica artística abarca pintura, arte objetual, collage y performance, desarrollada desde una estética pop y kitsch.

Después de una vuelta larga, ¿regresaste a Puerto Montt?

VG. “Sí, regresé al sur. No conocía a mucha gente, ni tampoco al circuito como del arte. Iba a ciertos eventos, encuentros, pero digamos sin una red como la que sí tengo ahora. Con Begoña nos conocimos, nos gustó la estética que compartíamos en común, tuvimos mucha afinidad, hubo química inmediatamente”.

Su partner, se inició en la escena interpretando algunos roles en obras de Rafel Arenas y tampoco estaba muy integrada a otros ámbitos artísticos. ¿Cuáles son tus vínculos con Puerto Montt?

BB. “Yo viví en el barrio Lintz, Específicamente en Palena Alto. Rodeada de casas muy aburguesadas. De repente me decían que vivía en el barrio rojo; yo no entendía eso. Mis paseos eran de mi casa al Jumbo. No he visto ningún club de striptease, nada. Cuando tenía 16 años, mi imaginario era otro y entendí que había ciertas casitas…”

¿Qué fue la primera intervención que realizaron juntas?

VG. “Fue a principios del año 2022. Y no sé en qué momento surge la idea exactamente; de hecho, no teníamos como nombre Las Chapalelas, éramos simplemente Begoña y Valentina haciendo una performance juntas. En el barrio Mirasol, ahí existe un mural donde está pintada una cocina típica sureña; simplemente nos instalamos a comer milcao y tomar mate en la calle”.

Algo soft, como para comenzar. ¿Esa era la idea?

BB. “Igual estábamos muy montadas”

En el año 2023 plasmaron su trabajo de manera gráfica con la elaboración de un fanzine, el cual fue presentado en TINTA UC, feria organizada por la Facultad de Artes de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y posteriormente difundido en Nueva York, en su reedición en inglés, el año 2024. De manera autogestionada, Las Chapalelas han realizado una serie de performances principalmente en otros espacios como Angelmó, Isla Tenglo en Puerto Montt y Puerto Varas.

INTERVENCIONES

En la ciudad de las rosas, realizan True Colors, cuya acción central de la performance consistía en ser retratadas, no en el entorno íntimo de un taller, sino en medio de un espacio público destinado generalmente al paseo y la contemplación.

Este gesto desafiaba la convencionalidad del uso del espacio, y lo transformaba de una escena cotidiana en un evento artístico. Allí, junto al lago, los vibrantes colores de sus trajes y pelucas, junto al estilo del propio Gabriel, atrajeron la atención de los transeúntes, generando sorpresa, curiosidad y simpatía.

Con otra de sus performances, Ten Glow Chicks desafiaron a mirar más allá de lo obvio y a experimentar estéticamente lo que está justo frente a nuestros ojos, recordándonos la belleza y la importancia de nuestro entorno local.

En Angelmó, las artistas interactuaron con una merluza, en un gesto surrealista y casi íntimo. En una imagen icónica, la besan, mientras el mercado se despliega como telón de fondo. Con esta intervención, intentaban resignificar el imaginario sureño, jugando con la frontera entre lo identitario y lo extravagante, y planteaban un llamado a reconocer y celebrar la iconografía del sur de Chile.

Entre lo estético, que es evidente y que se lee inmediatamente, hay además una postura disruptiva y de contracultura. ¿Asumen esto?

VG. “Al instalarnos ahí y presentar nuestros cuerpos y nuestro ser como obra final, somos nosotras accionando y eso ya es bastante potente”.

Temas como el travestismo, lo queer, la libertad de ser, incluso hacer el ridículo, cosas que, sobre todo en el sur, están todavía mal vistas. ¿Existe tabú, discriminación o directamente repudio sobre lo que ustedes hacen?

BB. “Sí, sí, de todas maneras. O sea, existir acá siendo no normada ya es rupturista. Y otras cosas no normadas como pintarse las uñas ya son rupturistas”.

VG. “Las Chapalelas es muy genuino, trabajamos desde ahí. Nuestras acciones no están centradas en tener que ser disruptivas; genuinamente, somos así. Pero también hay un diseño, una planificación en la intervención”.

Pero desde sus cuerpos, de alguna manera, también hay un metalenguaje en la propuesta y un discurso que no es casual.

VG: “Claro, de todas maneras. Eso se planifica y se diseña. El rango va desde el feminismo, la teoría queer, hasta el placer mismo de disfrutar la comida, en contra de discursos de gordofobia. Entonces, es muy amplia la gama. En contra del machismo, en contra de los transodios, de la homofobia. Incluso en micromachismos que se dan incluso entre mujeres también o en las mismas familias”.

¿Hay serie de prejuicios o fantasías que el público proyecta hacia ustedes?

BB. “Mira, particularmente, en el mundo, yo sigo a cualquier cuerpo que sea disidente, ¿no? Pero particularmente en la escena local no hemos vivido reflejos hostiles de la gente. Yo me imagino que particularmente puede que sea así, pero no que sepamos con claridad. Nuestra propuesta no es amenazante, pero la gente queda impactada porque nuestra imagen es un poco payasa, un poco ridícula a lo habitual; la respuesta es más desde el abrazo chistoso. Porque no hacemos performance desde el filo de lo hostil. Si fuera desde esa vereda, probablemente provocaría más”.

¿Sus mensajes van dirigidos a cualquier comunidad o es transversal?

VG. "No está diseñado para un público específico”

BB. “Nuestras acciones se ven atravesadas por nuestras vivencias personales, ser clase trabajadora, experimentar lo que está pasando en el mundo, una guerra, violencia, etc. Pero nuestros cuerpos están ahí y los diálogos salen, brotan de nuestra boca como un descargo”.

Begoña se extiende para señalar que en otra de sus performances, denominada Spill the Tea, sucedió que “Fue un poco eso, como un poco de soltar el té, qué rabia el trabajo, de repente llegar cansada de trabajar 12 horas, 10 horas y que te paguen muy poco, o el tráfico”.

El discurso de Las Chapalelas irrumpe, de alguna manera, desde el 8M; desde algo que fue genuinamente un descargo hacia la sociedad machista, que interpela directamente a los hombres y otras cosas que -en su juicio- están mal, que van desde temas superficiales hasta problemas más profundos, como el paternar, las ausencias de los padres, la penalización del aborto. Entonces, ¿la autoreferencia es esencial en sus intervenciones?

VG. “De todas maneras. Sí, de hecho hay veces que le digo a Begoña: "Oye, mira, creo que deberíamos decir esto", y ella dice: "Sí, pero sabes que creo que de esta otra manera", o viceversa, o no, "sabes que yo en verdad no me identifico con eso", y al final no trabajamos con nada con lo que no nos sintamos realmente identificados, todo es genuino”.

En el proceso creativo debe haber una permanente tensión para generar conceptos. ¿Cómo abordan el crear desde su posición disidente?

BB. “Creo que hay un diálogo mucho más pactado de lo que podría considerarse disidente, y no, la verdad, no lo creo tanto. Pero hay un paradigma que, bueno, la disidencia, ¿qué es?, brillitos, colores, etcétera, qué sé yo. Pero no sé si es realmente solo eso. Justamente al momento de crear, siendo disidencia, lo encuentro mucho más libre, porque no estamos creando una obra teatral con un guion ABC, con una fórmula de inicio-desarrollo-final.

No. No está esa mirada de estar preocupada en aquello. Las Chapalelas, obviamente, amamos la aprobación, ¿quién no? Pero tampoco lo que buscamos al momento de crear”.

¿Hasta dónde pretenden llegar con su discurso? Porque se mueven dentro de un circuito under, muy de nicho.

VG. “Muy de nicho. A mí, la verdad, es que no me molesta que siga siendo de nicho. Por lo menos mi arte individual yo lo considero también de nicho. No hay algo que particularmente me mueva en el mainstream performático. Lo de nicho me acomoda. No tengo otra aspiración más lejana que solamente hacer arte”.

BB. “En el mundo en que estamos, cae lo de nicho. Creo que el ser genuinas implica que probablemente no vayamos a gustar a todo el mundo, que probablemente no vaya a ser algo popular, o sí, quién sabe”.

En la definición de sus performances buscan resignificar lo construido. Siempre críticas de ese arte típico y conservador a sus ojos que muestra solo belleza y paisajes bucólicos. Básicamente decorativo.

VG. “Está bien, yo también hago artes decorativas (que nos permiten escapar un poco de la realidad). Pero claro, todo lo que no sea como canónicamente bello o que se salga de ese estándar a veces no es recibido por las masas o de manera masiva, y eso ocurre con la música, con todo”.

Pero confiesan que también anhelan poder llegar a la mayor cantidad de gente, porque aseguran tener cosas importantes que expresar, aún cuando no prefieren quedarse en la vereda que persigue la validación institucional.

Su foco está puesto más en lo local, por eso al final termina siendo tan de nicho. La forma de crear performance no está basada en lo que está pasando en Santiago, porque lisa y llanamente no las interpela. Prefieren llegar al público preciso, a sus amigas, a les queers, a las comunidades trans. Para ambas eso ya sería una victoria tremenda.

¿Cuáles son sus referentes en Chile? ¿Reconocen influencias?

”Primero que nada, nuestras abuelas”. Responden casi a coro.

BB. “La Noni y mi abuela Leo. En Chile, yo creo que la verdad es que hay mucha gente importante. Pedro Lemebel dejó un legado tremendo. Nelly Richard también, amiga de Pedro.

VG. “Hay que nombrar a harta gente que realmente. Carlos Leppe, el Grupo CADA, la Pancho Casas. Gente que realmente vive nuestro imaginario performático”.

BB. “No creo mucho en la jerarquía al momento de crear, porque al final puede estar justamente pasar por un periodo donde una hiperfijación con Warhol”.

VG. “Harto referente internacional también. O sea, no sé, figuras como Madonna, Rafaela Carrá, las mismas chicas Almodóvar”.

Lo que hacen La Botota, el Circo de Timoteo, La Pola. ¿Cómo les llega eso?

BB. “Yo no consumí a la Botota desde la televisión. Fueron mis primos quienes me mostraron algún meme, siendo muy niña, pero no particularmente; si bien las considero parte de la comunidad, me parecen importantes en el espectro del espectáculo, del entretenimiento, que les vaya bien. Onda, deseo que les siga yendo bien a La Pola, a Botota y a todas las travestis de ahí, obvio que sí. Pero particularmente no tenemos una cercanía muy amplia con ese mundo, creo yo, al momento de crearnos. Porque es otra forma del espectáculo. Obviamente, hay gente a la que no le gusta La Botota, pero por mi parte la queremos, yo la quiero, o sea, con respeto, digamos, desde su vereda, yo de la mía. Pero al final estamos en la misma cuadra”.

El carismático dúo termina reconociendo la importancia de contar con algunos espacios, dentro del acotado circuito de la Región de Los Lagos, para mostrar su trabajo artístico y menciona especialmente a Hostel BlahBlah. Allí realizaron la icónica Chapalelada, performance basada en la cocina tradicional sureña, que finalizó en una degustación de rosados chapaleles con miel en medio del cálido ambiente donde vibran tonalidades amarillas.

Valentina agradece al finalizarla entrevista y lanza un impensado: “Más encima, la revista se llama Milkaos, entonces: qué más icónico que Las Chapalelas entrevistadas por Milkaos”.